Como seres vivos que somos, los cambios estacionales tienen un efecto en nosotros y el otoño no es una excepción. La disminución de horas de luz afecta directamente a la segregación de melatonina y serotonina, dos hormonas esenciales para regular el sueño y el estado de ánimo. Además, la menor exposición al sol suele reducir nuestros niveles de vitamina D, que influye de manera directa en el hipotálamo, órgano responsable de la liberación de hormonas. Todo ello puede hacer que nos sintamos menos activos y más decaídos.

Por otro lado, la vuelta al trabajo y a la rutina hacen que salgamos menos y se reduzca nuestra vida social. Los días nos parecen más monótonos y puede incrementarse la sensación de soledad o aislamiento en algunas personas.
La mente se ve afectada y el cuerpo lo nota. Desánimo, cansancio, falta de energía y ganas de hacer ciertas tareas o complicaciones con el sueño son algunos de los síntomas que podemos sentir como consecuencia en esta época.
Si bien esto es algo que cualquier persona puede experimentar, debido a nuestra mayor facilidad para reaccionar ante los estímulos y matices del entorno, las PAS somos en general más sensibles a las variaciones ambientales, entre ellas los cambios sutiles en la luz, temperatura y paisaje que caracterizan esta época del año.
¿Qué podemos para mitigar o prevenir estas sensaciones desagradables?
- Mantener nuestras estrategias habituales de autocuidado a través de actividades de relajación, descanso, o actividades creativas.
- Modificar nuestro entorno cotidiano, añadiendo fuentes de luz natural o creando espacios tranquilos y armoniosos. Incluir elementos que alegren el ambiente como plantas y colores también puede ayudar más de lo que pensamos.
- Aprovechar la luz solar. Aunque horas de luz se han reducido, todavía podemos aprovecharlas al máximo, concentrando nuestras actividades durante las horas de la mañana o el principio de la tarde y realizando actividades al aire libre, incluso si si hace frío.
- Mantener una vida activa. El ejercicio regular o los paseos tranquilos tienen impacto directo sobre la serotonina y las endorfinas y nos ayudan a contrarrestar los efectos de la falta de luz y mejorar nuestro estado de ánimo.
- Aceptar nuestras emociones negativas. Todos tenemos derechos a sentirnos desanimados de tanto en tanto. Por otro lado, es bueno recordar que todas las emociones, incluso las desagradables, cumplen una función. Por eso es importante aceptar estas emociones, normalizarlas, y sentir compasión hacia nosotros mismos cuando las experimentamos.
- No dejar de socializar. Compartir experiencias con amigos, familia o grupos que nos nutran, puede ayudarnos en el plano emocional en momentos así.
- Disfrutar de los aspectos positivos del otoño: los ratos de tranquilidad en casa, los colores ocre del paisaje, el tono dorado de la luz solar en esta época, o nuestras comidas favoritas en esta época…
Al fin y al cabo, la naturaleza tiene sus ciclos de recogimiento, renacer y florecimiento y es bueno recordar que nosotros somos elementos vivos que formamos parte de ella y respondemos a sus ritmos.